ahora resulta que la naranja también me cae mal. ya no solo es el limón el que me da una pataleta que no te cuento (a pesar de que en primer lugar lo tomé porque estaba mal de la panza), sino que un inofensivo juguito de naranjas recién exprimidas que me tomé para empezar una mañana saludable (bizcochitos free) puede hacerme pasar de protagonista de propaganda de yogur Ser o algo por el estilo, a protagonista de El exorcista en un santiamén.
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